Una mujer de menos de 40 años y otra de 50 conversan en un bar de la calle Corrientes:
—Las crisis tienen cosas positivas, pensá que es tu pasado... El otro día hablaba con una compañera de trabajo que tiene cincuenta. Está un poco gordita pero no parece de cincuenta, parece de menos. Me dice: "¿Vos cumplís cuarenta?". Le digo: "No, treinta y nueve".
—Ay, ¡te odia!
—Tuve una sensación de rareza... No sé, la sensación es esa: rareza. Cumplir treinta y nueve va a ser raro pero no siento depresión. Yo siento que hay cosas que tengo que cambiar y que todavía no estoy lista para eso. Ahora por ejemplo tengo la posibilidad de viajar. Creo que tengo que aprender a respetar lo que dicen los otros.