Thursday, January 5, 2012

29

Una señora de unos setenta años viaja en el colectivo con su nieta, que tiene entre 18 y 22 años. La señora tiene el pelo por los hombros, canoso, y usa un vestido floreado. La nieta es muy linda, con ojos celestes y el pelo corto. Charlan sobre la vida amorosa de la nieta. Ella dice:

—La verdad es que me cuesta engancharme con alguien.
—Claro, como que todavía no encontraste a alguien...
—Sí, no encontré a alguien que...
—A alguien que te haga flashear.
—Sí, eso.
—Y ahora además hay tantas preferencias distintas, uno es gay, el otro no sabés...
—Pero es que el gay es muy limitado porque dice que sólo le gustan los hombres. Yo quiero estar con la persona que me guste, no importa me qué sea.
—Sí pero hoy con uno, mañana con otro... Hay que cuidarse.
—Hoy eso igual está mucho más incorporado, abuela. Nadie se lo cuestiona.
—Yo tengo una amiga que el marido descubrió a los sesenta años que era gay.
—Y está bien. Es preferible que se haya dado cuenta aunque sea a esa edad.
—Pero escuchame una cosa: a los no sé cuántos años... darte cuenta de que sos gay...
—Y sí...
—Él iba a unas clases de teatro que, bueno, es un tema. Además tenía una personalidad medio debilucha.